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La gente con un punto de sana locura, contagia magia y coraje

Actualizado: 29 sept 2021


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La gente con un punto de sana locura enciende sonrisas en momentos de decaimiento, son nuestra energía cotidiana, nuestra alma de colores para días grises y el reflejo de ese coraje que sabe encontrar siempre el lado bueno de las cosas. Pocas personalidades pueden llegar a ser tan enriquecedoras como aquellas que hacen de la ilusión constante, el auténtico motor de sus vidas.


A la pregunta de si uno nace con este tipo de positivismo algo desinhibido pero responsable o si por el contrario, son las circunstancias las que propician este modo de afrontar las cosas, cabe decir que no hay acuerdo científico sobre el tema. Cada uno de nosotros tenemos unos rasgos de personalidad muy concretos, pero el ambiente y nuestras propias experiencias también pueden determinarnos.


Decía Lewis Carroll que la locura es ese estado en que la felicidad deja de ser inalcanzable. Tal vez el autor de “Alicia en el País de las Maravillas” se refería más bien esa locura donde hay cierta ausencia de “razón”, pero en nuestro caso, queremos hablarte más bien de esa actitud llena de energía, de apertura y espontaneidad donde sí habita el equilibrio y la razón…


La sana locura, fuente de felicidad y motivación


Estamos seguros de que en alguna ocasión, habrás compartido un instante de risas intensas con alguien tras cometer un acto atrevido que te ha resultado tan estimulante como divertido. Tras ello, le habrás dicho a esa persona aquello de “estás loco/a”.


Son momentos donde nuestro cerebro nos gratifica con una buena dosis de serotonina y dopamina, esos neurotransmisores asociados a la motivación y a la alegría donde además, se le puede sumar en muchos casos la oxitocina. Es la hormona que cursa con el cariño y el afecto, la que hará que estrechemos aún más el vínculo por esa persona capaz de “hacernos vibrar”, de regalarnos emociones intensas y alegres cuando más lo necesitamos.


La alegría, así como este tipo de sana locura es tremendamente contagiosa. Tanto es así, que según un estudio llevado a cabo en el 2008 en el “Framingham Heart Study”, esta sensación de bienestar y felicidad puede extenderse hasta 3 grados dentro de nuestro círculo social. Es decir, la felicidad que nosotros hemos recibido puede impactar incluso hasta en dos personas más (basta con imaginarnos llegando a casa y explicando a nuestra pareja o nuestros padres lo que nos ha ocurrido o hemos hecho).


En ocasiones, la verdadera locura, la más sana y auténtica hunde sus raíces en esa sabiduría que ha tomado la resolución de relativizar las cosas y permitirse disfrutar, y ello, puede sin duda beneficiarnos a todos.


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